Publica y difunde NTC … Nos Topamos Con …
Viene
y complemento de:
Enrique
Buenaventura. Celebración. 10 años de su muerte. 2003 - 2013. TEC - CITEB,
Diciembre 31, 2013 NTC ... Cubrimiento
http://ntc-teatro.blogspot.com/2014/01/enrique-buenaventura-celebracion-10.html
-http://ntc-teatro.blogspot.com/2014/01/enrique-buenaventura-celebracion-10.html
Video. Dic. 31, 2013
.
Presentación del libro (Por Jacqueline Vidal) y lectura de fragmento del Prólogo* (Por el Colectivo del TEC)
----Presentación del libro (Por Jacqueline Vidal) y lectura de fragmento del Prólogo* (Por el Colectivo del TEC)
ENRIQUE BUENAVENTURA. Historia de una bala de plata.
Segunda edición 2013. Cali
PRÓLOGO
ENRIQUE BUENAVENTURA,
POLEMISTA INCLAUDICABLE, POETA, VISIONARIO
La Habana, diciembre de 2013
Escuché por primera vez a
Enrique Buenaventura en Caracas. Eran los ochenta del pasado siglo. Después de
la inauguración del gigantesco Festival de las Naciones en el también inmenso
poliedro de la capital venezolana, se producía la sesión inicial del coloquio
que acompañaría el interminable desfile de espectáculos. En la sala se
respiraba cierta atmósfera reverente ante el orador invitado. Llegaba de París,
portador de alguna nombradía. Acostumbrado al turismo académico, derramaba su
discurso atildado, paternalista y autoritario, sobre un auditorio formado
mayoritariamente por teatristas latinoamericanos. De repente irrumpió la
palabra de Enrique Buenaventura con un tableteo crítico articulado con rigor
impecable. Se desencadenó el debate real. El incauto viajero se diluyó en la
nada, agarró el primer avión y desapareció.
Comenzaron entonces jornadas
memorables. Los insurgentes habían tomado la Bastilla. Ideología y teatro
corrían por el mismo cauce en aguas plagadas de malentendidos y conceptos
abstractos con resonancia dogmática que, paradójicamente, prescindía de
contextos específicos, del decursar concreto de la historia y de la naturaleza
propia de la creación artística. En Europa, después de los acontecimientos de
mayo del 68, el establishment
afianzaba su poder hegemónico. En América Latina, el panorama tenía una
conformación bien diferente. A poco de la caída de Arbenz en Guatemala,
triunfaba la Revolución Cubana. Era la victoria de lo inimaginable. En una
islita del Caribe, un puñado de guerrilleros derrotaba un ejército profesional
instruido y armado por los Estados Unidos. Proclamaba un proyecto socialista, antiimperialista,
vuelto hacia la América Latina y el tercer mundo. En Naciones Unidas, Fidel
Castro proclamaba el cese de la filosofía del despojo. Sin renunciar a
discusiones bizantinas, la izquierda reverdecía en todas partes.
El imperio no se cruzó de
brazos. Se forjaron proyectos de magnicidio. Algunos como el del presidente
John F. Kennedy permanecen protegidos por una zona de silencio. Se produjo la
invasión de Playa Girón a Cuba. Se diseñaron estrategias
de mayor alcance. La Escuela de las Américas entrenó una élite militar para el
derrocamiento de gobiernos democráticos, para el ejercicio de la tortura y para
la desaparición física de una generación de artistas, profesionales, dirigentes
políticos y sindicalistas comprometidos con las ideas de izquierda. Hacer
teatro ponía en riesgo la vida de hombres y mujeres de la escena. En Caracas se
concentraba gran parte de un exilio procedente, en gran medida, del cono sur.
Al socaire de la guerra fría,
desde mediados del siglo XX, se estaba conformando un pensamiento económico. La
llamada "escuela de Chicago" sentaba las bases de una plataforma
programática destinada a proyectar el dominio planetario del "imperio
americano". Aparentemente centradas en un enfoque técnico, en nombre de la
eficiencia, respondía a las demandas del capitalismo transnacionalizado. Articulaba
una ideología y acciones políticas que, muy pronto, permearon el mundo
académico, los medios masivos de difusión, el vocabulario común. Aparejado al
entrenamiento de los militares y a la siniestra Operación Cóndor, Chicago captó
sistemáticamente una carnada de jóvenes economistas prometedores, encargados de
aplicar estas ideas en sus países de origen. No lo sabíamos entonces, en medio
de los debates y las celebraciones del Festival caraqueño. La violencia
arrasadora implantada por las dictaduras del continente era tan solo la
punta del iceberg sobre una masa sumergida en constante crecimiento.
La historia anda a pasos
desiguales. En Caracas, a pesar de su extrema vulnerabilidad, el teatro
latinoamericano descubría sus interconexiones secretas y juntaba los fragmentos
dispersos de un proceso común. Empezaba a despojarse de los residuos de un colonialismo
fundado en un trasplante de modelos. Las capitales de mayor prestigio habían
recibido a compañías líricas o dramáticas. Los autores nacionales oscilaban
entre el costumbrismo y la comedia ligera. Algunos procuraban introducir temas
de mayor envergadura social permeados de un involuntario paternalismo. Por vías
paralelas, la escena apuntaba hacia la renovación pasando por Stanislavski y
Brecht. Para las mayorías marginadas, ante las interrogantes de la época, el
teatro se convertía en auténtica necesidad
de diálogo y autorreconocimiento. Era un llamado a la vida en los campos de
exterminio de Pinochet, espacio de debate en el Escambray cubano y desbordaba
la frontera de Estados Unidos para afirmarse entre los campesinos chicanos y
entre los latinos de Nueva York.
A poco de su nacimiento, la
Casa de las Américas se empeñó en romper la balcanización que aislaba a los
grupos emergentes a lo largo del continente. Con el otorgamiento del Gallo de
la Habana, con la publicación de los premios Casa, con el auspicio de
festivales y encuentros de teatristas, estableció nuevos paradigmas. La revista
Conjunto constituye en la actualidad un inigualable material de consulta para
repasar el clima teatral de la época, inmune al espíritu farandulero dominante
en la prensa y aún en las publicaciones especializadas. Manuel Galich,
dramaturgo y luchador político, condenado al exilio desde el derrocamiento de
Arbenz hasta su muerte, entrañablemente unido al legado de los vencidos
pobladores de Nuestra América, animó la dura batalla en favor del teatro.
Sin embargo, la vanguardia
creativa estaba en Colombia, encabezada por dos nombres imprescindibles.
Santiago García en La Candelaria de Bogotá, y Enrique Buenaventura en el TEC de
Cali. Ambos teatristas recibieron sucesivamente el premio Casa de las Américas.
El primero con Guadalupe años 50 y el segundo con Historia de una bala de plata.
Convergencia nada casual, uno y otro se planteaban, en toda su complejidad, el
abordaje del pasado, del prisma del presente.
La cultura latinoamericana
transcurre a través de sutiles y secretas interconexiones. Por diversas vías
estéticas e ideológicas, se ha mantenido el pertinaz empeño por adentrarse en
el reconocimiento de su realidad, de sus contextos, de sus contradicciones.
Desde esa perspectiva, Ariel y Calibán integraban un mismo proceso. Mediaba el
siglo XX cuando empezó a configurarse la necesidad de rescatar la historia
traspasando el acontecer concreto encarnado en héroes y batallas, visión
fragmentaria, para explorar los conflictos de mayor alcance. La base
documental, referente obligado, se sumergió bajo un complejo entramado de
memoria viviente, conjunción de mitos y articulados por una poética
renovadora. Desapareció la fractura entre cosmopolitismo y provincianismo. Los
artistas dejaron de someterse miméticamente a los dictados de las modas
trasatlánticas. Tampoco fueron "aldeanos vanidosos". Se apoderaron de
las herramientas necesarias para construir lo suyo. Haber vivido muchos años
eludiendo el dulce ensueño de la nostalgia y el abismo de la desesperanza
ofrece el privilegio de poder atesorar las miradas sucesivas acumuladas en el
tiempo. La inmediatez de los hechos deja el rastro vivencial de la memoria
emotiva y de la pasión participante. Pero la cercanía cercena la visión de
conjunto y enmascara el diseño de un tejido mucho más extenso. La relectura
desde la distancia temporal contribuye a revelar claves insospechadas de un
proceso más ancho.
Diferentes en lo estético y en
la concepción del arte teatral, Carpentier y Enrique Buenaventura coincidieron
en la necesidad de enhebrar una nueva narrativa histórica latinoamericana. En
Historia de una bala de plata se reconocen homenajes al escritor cubano. El
nombre de Cristóbal alude a una larguísima tradición que recorre desde O'Neill
hasta Aimé Césaire y, desde luego, a El reino de este mundo. Por si fuera poco,
el subrayado irónico en la referencia al "siglo de las luces"
comparte la visión carpentieriana en la renombrada novela de igual nombre,
donde la manipulación política en torno a la abolición de la esclavitud
constituye un eje temático fundamental. Uno y otro emplean el anacronismo
intencional para mostrar procesos históricos de larga duración, aún vigentes en
la actualidad. El ayer dejado ya no puede considerarse objeto museable para la
investigación arqueológica. Sobrevive en el presente como memoria y como
territorio de la ambigüedad y vía de acceso a la razón sustantiva que perduran
en el día de hoy, más allá de la muerte de ambos autores.
José Martí pensaba, en el amanecer
del imperialismo, que solo la verdadera independencia de las Antillas
salvaguardaría el equilibrio del mundo. Solo un poeta visionario estaba
capacitado para percibir la verdad oculta tras la aparente paradoja. Frágiles,
en extremo vulnerables, acosadas siempre por los apetitos de todos los
imperios, la geografía y la historia las hicieron trampolín necesario para el
asalto al continente, zona limítrofe
del combate que preludiaba el siglo XIX y lograría su máxima expansión en este
confuso y complejo siglo XXI. Ante la desproporción de las fuerzas en conflicto
-en esto coincidieron ¿también Carpentier y Buenaventura- el gran cimarronaje
encarna el símbolo de la resistencia.
Historia de una bala de plata transcurre
en una isla del Caribe, representación simbólica de la historia y el imaginario
que las define a todas, independientemente de las metrópolis que las ocuparon y
sojuzgaron después del descubrimiento. Pueden conocerse con el Hombre de
Guadalupe, Haití o Cuba. Sobre cada una posaron la economía de plantación, el
gigantesco negocio de la trata negrera y la posición estratégica en el entorno
geopolítico y en el comercio triangular trasatlántico. Departamentos de
ultramar para Francia, parte del Common Wealth británico o dueñas de una
independencia formal en lo político, el conjunto ha estado sujeto a distintas
formas do apropiación por parte del imperio vecino y poderoso. En el rejuego
entre minúsculos apetitos de poder agudizados al modo haitiano por rivalidades
entre negros y mulatos, el enemigo verdadero siempre tuvo el mismo nombre:
míster Smith.
Entre tantas cosas que me ha
dado la vida, tuve el privilegio de participar en el jurado que concedió el Premio Casa de las Américas a Historia
de una bala de plata. Treinta años después, no violo principios éticos
al afirmar que la discusión fue muy ardua. Algunos colegas se resistían a
aceptar un concepto dramatúrgico que les parecía carente de una clara
definición del conflicto con un desenlace relativamente abierto. En efecto, el
texto verbal no podía analizarse al margen de la revolución estética
desarrollada por Enrique Buenaventura y el movimiento colombiano de la creación
colectiva.
Publicar en un volumen Historia
de una bala de plata y las notas para un montaje me parece en extremo
pertinente para aquilatar la dimensión verdadera de la obra de Enrique
Buenaventura. A pesar de mus valores intrínsecos, la letra constituye el
resultado de un proceso de investigación escénica y punto de partida potencial
de una praxis teatral orientada a una producción de sentido en la que
intervienen, junto al lenguaje verbal, los múltiples
códigos no verbales en un contrapunteo complementario y contradictorio
concebido para estimular la función crítica del espectáculo en su más alto
grado de tensión.
Enrique Buenaventura y Santiago
García llegaron al teatro prescindiendo de una formación académica. Se
iniciaron en la praxis artística en el ámbito de la visualidad a través del
diseño escenográfico y la concepción de la importancia del espacio, con un
sentido funcional, comunicativo e integrador, nunca decorativista. El proceso
de creación maduraba en el estudio de fuentes de distinto carácter y ejercicios
de improvisación mediante los cuales, por aproximaciones sucesivas, se iba
elaborando el tejido teatral.
Semejante a lo sucedido en el
resto de América Latina —así ocurrió también en Cuba- la renovación teatral
anduvo a pasos rápidos. En todas partes, la generación que emergió a mediados
del siglo XX sintió el apremio de romper con estructuras periclitadas.
Descubrieron a Stanislavski primero y, algo más tarde, a Brecht. El ímpetu
transformador incluía el rechazo al comercialismo, la búsqueda de nuevos
referentes estéticos y la reconquista de un público marginado. Entre muchos
tanteos diversos, se originaron discrepancias, confusiones y malentendidos. Los
encuentros entre teatristas rara vez desembocaron en aprendizaje verdadero. En
los casos más productivos, las conclusiones se limitaron a reafirmar
coincidencias en el propósito general de profundizar en los conflictos mayores
de nuestra América convulsa.
El dogmatismo no se adscribe a
una corriente filosófica específica. Es una actitud ante la vida, un modo de
pensar adherido a sagradas escrituras consideradas en abstracto, detenidas en
el tiempo, colocadas en el ambiente protegido de un laboratorio ahistórico. La
esencia del marxismo, sustentada en el ejercicio creador de la contradicción,
en la complementariedad productiva del contrapunteo entre teoría y praxis
debería haber incentivado la movilidad en el campo de las ideas. Al no
entenderse de ese modo, muchos perdieron el sendero entre los árboles del
bosque, tal y como lo advirtió tempranamente el Che en su clásico ensayo sobre El socialismo y el hombre en Cuba. Ante
el miedo al error y para eludir el riesgo necesario, muchos optaron por
afincarse en las falsas seguridades que
ofrecían los métodos bien probados. Hubo stanislavskianos ortodoxos y
seguidores del modelo de Brecht, mientras -paradoja de la época- en la segunda
mitad del siglo, todos coincidían en el propósito de contrarrestar el
comercialismo y en plantearse los dilemas derivados de las relaciones entre
arte, cultura, ideología y sociedad.
En medio de tanta confusión,
Enrique Buenaventura resultó un visionario. Cambió radicalmente las reglas del
juego y los términos del debate. Lo hizo sabiendo escuchar al poeta que lo
habitaba. En sus Notas sobre un montaje,
fundamento de una estética sustentada en el ejercicio concreto de una praxis, afirmaba
que la materia prima del artista es el barro con el que trabaja. Utilizó, en
este caso, el ejemplo del escultor. Para un lector superficial, puede parecer
una noción elemental, harto conocida. Revela, en cambio, mediante el empleo de
un lenguaje metafórico, una transformación del punto de vista con repercusiones
sustanciales a todas las expresiones de la creación. De un solo tajo, corta el
nudo gordiano e invita a soltar amarras a fin de repensarlo todo desde el
principio de las cosas.
Mi padre citaba con frecuencia
una frase de Picasso: "yo no busco, yo encuentro", clave de la lucha
del artista con el barro inerte. Experiencia viva de la escena, el teatro se va
haciendo a lo largo de un proceso que nunca concluye en obra terminada. El
barro, entonces, tiene que despertar con una investigación multidireccional.
Intervienen en ella referentes documentales y un intenso trabajo de
improvisación, activador de la memoria y de las asociaciones libres, materia
prima contradictoria, fuente orgánica del Gestus
brechtiano, abierto a las lecturas posibles latentes en un espectador
participante. Las fuerzas en pugna activan la creatividad en cada una de las
etapas del proceso, desde la improvisación y el ejercicio de la crítica grupal,
en el cruce de miradas entre los actores y su trujaman (hilo conductor de los
días que estremecieron al mundo en la versión de La Candelaria) hasta llegar n
I renovador diálogo cotidiano con el espectador. Con ese proceder, el abordaje
de los temas históricos descarta la reconstrucción arqueológica y la
ilustración de un mensaje didáctico para revivir en el presente en términos de
memoria actuante.
Excepcional adelantado de su
tiempo, sus interlocutores naturales no fuimos capaces de percibir la magnitud
visionaria del proyecto de Enrique Buenaventura, aletargados por las falsas
seguridades de un inmediato porvenir promisorio que parecía alborear en el
ímpetu descolonizador y tercermundista de la segunda mitad del siglo XX. El
asalto al cielo no se produce en pocos días. Hay que aprender a descifrar la
complejidad de un mundo mutante, aunque no siempre para bien y reconocer, en el
campo roturado por el trabajo humano, el verdadero germen de la futuridad. Los
derrumbes del último cuarto de siglo impactan la conciencia colectiva con un
sabor de apocalipsis, de desconcierto y de escepticismo. Para recuperar la
lucidez, hay que volver la mirada a Enrique Buenaventura.
En clave analógica con la idea
de revolución social, el teatro de Enrique Buenaventura se proyecta hacia la
auténtica emancipación humana. Atento a la realidad de América Latina, devuelve
a la palabra ideología -tan desacreditada- su indispensable vocación de
ejercicio del pensar. De esa manera, se liberó de sujeciones dogmáticas con las
antenas en tensión para apropiarse de lo más útil en el campo de las ciencias
humanas contemporáneas. Dio un vuelco a los esquemas tradicionales de teatro
políticos, impregnados de subestimación del destinatario, atrapados en el autoritarismo
de la escena sobre sus espectadores. Hurgó a fondo en las limitaciones del legado aristotélico y superó
la huella del didactismo brechtiano. El cielo no se conquista con un solo salto
al paraíso. Del mismo modo, la anagnórisis no es súbita y deslumbrante
revelación de una verdad definitiva y absoluta. El extrañamiento aguza la
suspicacia de lo obvio, favorece el rechazo del acomodaticio acercamiento
simplista a la complejidad del mundo y entrena a reconocer verdades en el
recorrido por los intrincados vericuetos de la contradicción. En el espacio
compartido por actores y público activado por el contrapunteo de los códigos
escénicos, se estaba formando, frágil y vulnerable todavía, la célula primaria
de la emancipación humana y de una cultura de la resistencia.
Alejada ya del mundo del
teatro, transcurrido un cuarto de siglo desde aquellos encuentros en La Habana,
en Bogotá, en Cali y en Nueva York, el pertinaz recuerdo de
Enrique Buenaventura me asalta una y otra vez. Evoco su pedagogía de la
provocación, sus empeños por sacudir la modorra mental, sus relatos de verracadas
campesinas. Temo que sus últimos días no hayan sido muy felices, porque la Historia
de una hala de plata persiste con su desenlace abierto. Mr. Smith ha
hecho del neoliberalismo económico una práctica de dominación y una ideología
que penetra por los ojos, por los oídos, por los poros, por el vocabulario, por
el pensamiento de la academia difundido por sus vulgarizadores. Inspira
sentimientos de derrota y escepticismo. La visión farandulera del espectáculo
ha socavado el movimiento teatral latinoamericano que desafió las dictaduras
del continente. Es hora de reivindicar, junto a Enrique Buenaventura a los
colombianos que articularon un pensar y un hacer desde abajo sin arredrarse
ante el riesgo y el sacrificio personal. Los necesitamos, nosotros, los muchos
dispersos que creemos en el valor del arte y de la cultura y confiamos, como
José Martí, en el mejoramiento humano.
( 1 ) Graziella Pogolotti, http://www.cubadebate.cu/especiales/2012/01/29/graziella-pogolotti/ ( 2 ) http://www.ecured.cu/index.php/Graziella_Pogolotti
La Habana, diciembre de 2013
.
-
NTC ... Enlaces
.
-
NTC ... Enlaces
Enrique Buenaventura *. Por Jairo Usma **.
Cuadro en la sala de eventos de la
FUNDACIÓN HUMANISMO Y MEDICINA de Cali. Tertulias médicas
Cuadro en la sala de eventos de la
FUNDACIÓN HUMANISMO Y MEDICINA de Cali. Tertulias médicas
* https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/TertuliaMedica101CumpleanosAdolfoVeraFeb252012#5827708541006052802
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/TertuliaMedica101CumpleanosAdolfoVeraFeb252012#
** http://www.jairousma.com/index.php
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/TertuliaMedica101CumpleanosAdolfoVeraFeb252012#
** http://www.jairousma.com/index.php
Publica y difunde NTC … Nos Topamos Con …